Desde tu extremo del teléfono,
Tus palabras llegaron
Como flechas a mi nombre,
Lanzadas hacia el blanco
Vulnerable de mi pecho,
Misiles no declarados
Hacia la diana sensible
De mi neblinosa razón.
Fueron balas guiadas
Por control remoto,
Buscándome como un
Objetivo en el paisaje,
Pupila errante de camaleón,
Dardos teledirigidos
Hacia el centro tierno,
Justo a la yema
De los brotecitos de esperanza
Que me reverdecían el interior.
Sin armisticios, sin mi tregua,
Te autorrenovaste los permisos
Para el uso de tus armas de celos
Y me disparaste a quemarropa,
Sin darme opción a la gracia
Ni a la liberación de tu imperio.
Y yo que hace milenios
Ya estaba blando por dentro,
Con el corazón hirviente
Y el deseo deshecho
En flores de fuego,
Me rendí completamente
A tu misterio.
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