Con la dote que me das
A cambio de mi amor total,
Ya no le debo nada a la lágrima.
Tampoco le debo nada
Al diente voraz
De la tristeza amañada
Que entra por mi ventana
Cuando sales
Por la puerta de mi casa.
No le debo nada
A la gula contenida
De la hambrienta mentira
Que se sienta
A mi mano derecha
En la mesa de mi sala.
No le debo nada
Al ávido dolor
De ver mi desolado corazón
Asfixiado entre un puño
Siendo encogido
Por la desilusión.
No le debo nada a la ausencia,
No le debo nada al abandono.
Tampoco le debo nada
Al olvido veloz
De las urgencias declaradas
En el campo de mi cuerpo,
Cuando la luz del verano
Es la más clara.
No le debo nada al disfraz,
Al fingimiento,
A la simulación,
Ni al engaño,
Ni al subterfugio.
A éstos los debí vivir
En tu espectáculo
De flores de fuego,
Tus lumbres de artificio
Y luces de bengala.
No le debo nada a la mesura,
A la contención,
A las ansias de esperar
Que tu rayo de luz,
Como en el tarot,
Golpeara mis atalayas.
Con la dote que me das
A cambio de mi amor total,
No le debo nada a la ruina,
Ni al temor,
Ni a la muerte vislumbrada.
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