Así inició la hora del placer,
envueltos en la aurora placentera,
en la mágica aura,
en la cómoda magia del querer.
Y nos fuimos invictos y vencedores,
como quien traspasa omnipotente el río Rubicón.
Hasta que vuelvas triunfante
en tu nimbo plateado
y al toque de tus trompetas
yo sucumba
nueva vez a tu candor.
Así terminó la hora del placer,
envueltos en la aurora placentera,
en la mágica aura,
en la cómoda magia del querer.
Y nos volvimos invictos y vencedores,
como quien cruza omnipotente el río Rubicón.
Amar es traducir —traicionar—. Nostálgicos para siempre del paraíso antes de Babel. - Cristina Peri Rossi
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20181027
2018.10.27 4156 Desde mi ápice a mi envés
Yo soy una flor perenne
Que surgió en tu jardín.
A mi alrededor crecieron
Yerbas, cardos y espinos,
Pero ninguno en mi camino
Me distrajo o me hizo desistir
De cuidar tus pétalos,
De proteger tu rocío,
De defender tus verdes.
No hubo flor que alcanzara
La iridiscencia
De tus pétalos
Ni que se opusiera a tu candor.
Ahora que eres
El sostén de mis peciolos
El perfume de mi dermis,
El pensar entre mi sien.
Hoy soy tuyo
Desde mi ápice a mi envés.
Que surgió en tu jardín.
A mi alrededor crecieron
Yerbas, cardos y espinos,
Pero ninguno en mi camino
Me distrajo o me hizo desistir
De cuidar tus pétalos,
De proteger tu rocío,
De defender tus verdes.
No hubo flor que alcanzara
La iridiscencia
De tus pétalos
Ni que se opusiera a tu candor.
Ahora que eres
El sostén de mis peciolos
El perfume de mi dermis,
El pensar entre mi sien.
Hoy soy tuyo
Desde mi ápice a mi envés.
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