Uno puede pensar Que algunas hojas son perennes Y que primavera a primavera El verde permanecerá Como la enseña que ha de escudar Los días de dolor.
Pero el verde se destiñe, La esperanza puede palidecer.
Uno puede creer que lo que sigue A las tardes de lluvia a torrentes Es un esplendente sol Y que el viento que viene del mar Refrescará tu alma Marchita de temor.
Pero el viento a veces se paraliza Y otras se vuelve un turbión.
Uno puede desear Salir al bosque y retornar Con una cesta de setas Sin reflexionar Que la amanita muscaria, Además de bella resulta mortal.
Entonces cuando tú ciernes Separando paja de trigo, Sopesando como Osiris El corazón, Verás que la vida es anhelo, Es suspiro, es desvelo, Es ansia desequilibrada, Es irreflexiva pulsión.
Cuando tengas Que medir Según la escala De Mohs, El grado De dureza De mi dispuesto Corazón, Verás Que no es Diamante Acaso talco Frágil, Lo que forma El músculo En mi interior.
Cuando tú Me tantees Como en el juicio De Osiris Notarás Que la balanza Se inclina A mi favor.
Disponme Un trocito De ternura En tu corazón Una lasca, Una pizca, Un átomo, Una traza, Una partícula. Tan siquiera Una migaja De cariño Una triza De pasión, Y que así Yo sobrepase El trance De estar Sin tu sol.
Antes de que me hagas Desmoronar Solemnemente En el delirio tremendo De escucharte decir Que no vienes, Átame tus piedras de molino Como si fuesen lo mismo Que un collar de perlas.
Y déjame sumergirme En tus ríos Como el Éufrates, Y el Tigris, el Misisipi, El Volga, el largo Nilo O el verde Orinoco Para poder desembocar Exánime en tu mar, Que yo cual Osiris, Pensando en los momentos Que vivimos sin dolor, Restauraré una tras una Las fibras de mi corazón.