Era como un perpetuo Fuego en la raíz De la Amazonia. Me sentía ser un árbol Esperando las llamaradas En las verdes selvas De Gabón.
Yo vivía el desasosiego De no saber si perduraría En mi rama el fruto tierno, Si tus ojos serenos Harían dócilmente madurar La cosecha en mi interior.
Pero tu lluvia fresca Sobrevoló mis sembradíos, Dejó de ser el tiempo muerto, Pasaron los días de estío. Le aportaste tu ternura A mis terrenos baldíos Haciendo reverdecer Mi valle de huesos secos, Mi marchita Vara de Aarón.
Yo fui una isla desierta Un lejanísimo atolón Pero la dulzura De tus plantas pioneras Repoblaron mis veredas Llenaron de verde Mi corazón.
Mi deseo es como lluvia primera
En la tierra más que seca.
Mis manos siempre son
Como bandadas de patos silvestres
Sobrevolando el petricor
De mi cuerpo,
Porque tú me diste
Sin saberlo
La apoteosis de satisfacción
Cuando impregnaste mi aura
Con tus húmedos besos.
Con mis manos
He ganado varias batallas
Y me he perdido, sin ti,
Buscando la paz.
Con mis manos
He visto amaneceres
Y la noche luchando
Para al final siempre caer.
Nunca me he llevado bien
Con la loca soledad.
Mis anhelos son como lluvia postrera
En la tierra más que seca.
Mis manos siempre van
Cual muchedumbre de nubes
Tras la cálida radiación
De tu cuerpo.
Puedo parecer muy precipitado Como lluvia en otoño Sin que se la espere, Pero cuando me cubrió tu cielo Yo soñé en vivir El resto de mi vida Soñando a tu lado Cuando despierto, Velando con nitidez Tu forma entre mis sueños.
Y hoy anhelo Que mi cotiledón se desprenda Con mi tristeza y que emerja Mi nuevo sol y mi nueva tierra.
Que te revuelvas en mis paredes Como invencible hiedra.
Yo quiero que me enredes Como victoriosa madreselva.
Una bandada de gaviotas Oprime el cielo Y tu nube se desplaza Como una reina majestuosa Mientras yo, Fijado a mi alma Como una roca veo El esplendor Ante mis ojos desfilar, Así te vi alejarte De mis penumbras Con la luz espontánea Que irradiabas.
Y te llevas contigo Mi galeón de los tesoros, Con mis valijas de besos, Mis baúles de mimos, Mis cofres de ternuras Y mis arcas llenas De monedas Que debía Al pozo de la dicha Con esperanzas arrojar.
Ahora, sin barriles de deseo, Ni toneles de anhelos, Ni bodegas interiores Henchidas de avidez, Me siento tan perdido Como gota De agua lluvia Cuando cae sobre el mar.
Tristes aves crepusculares Revolotean cerca de tu nido Adoptando la forma de la nieve, El frío de los días de lluvia Y el amargo de la espera De tu amanecer.
Pero yo estoy contigo Como un rayo explosivo Que ilumina tus abismos Y te abraza al atardecer.
Quiero que saltemos Como gorrioncillos Olvidándonos de la tierra Y su inmensidad, Que este nuestro mundo gira, En torno a nuestras vidas Y su verdad.
Abre las ventanas, Que corra el aire fresco Por tu casa Y que tu mirada tierna Se restaure Cual cascada, Brotando limpia Desde el manantial.
Que yo estaré contigo Como un rayo explosivo Que ilumina tus abismos Y te abraza al oscurecer.
Ahora hablemos De la maravilla Que ha dejado Tu lluvia en mi jardín.
Llamemos al musgo Y que abra la llave Al follaje verde Con que me impregnaste.
Que tus llamas amarillas Mantengan el vivo fuego, Sin que la llovizna Haga llagas En la llamarada de tu risa.
Llegado el momento En que el canto del gallo Deja su huella, Que la belleza De tu ballet de gotas Brille cada mañana En el valle de mi pecho Cual aurora.
Llévame a tu valle, Que tu flama me llene De tu bella sonrisa Y sin retardo, Lluéveme.
Uno puede pensar Que algunas hojas son perennes Y que primavera a primavera El verde permanecerá Como la enseña que ha de escudar Los días de dolor.
Pero el verde se destiñe, La esperanza puede palidecer.
Uno puede creer que lo que sigue A las tardes de lluvia a torrentes Es un esplendente sol Y que el viento que viene del mar Refrescará tu alma Marchita de temor.
Pero el viento a veces se paraliza Y otras se vuelve un turbión.
Uno puede desear Salir al bosque y retornar Con una cesta de setas Sin reflexionar Que la amanita muscaria, Además de bella resulta mortal.
Entonces cuando tú ciernes Separando paja de trigo, Sopesando como Osiris El corazón, Verás que la vida es anhelo, Es suspiro, es desvelo, Es ansia desequilibrada, Es irreflexiva pulsión.