Quebré el cascarón
De la melancolía
Cuando la fuerza
Centrípeta
Que en ti había
Me atrajo
Hacia su centro
Hasta hacer de mi
Un satélite más
De tu universo.
Desde entonces
Cuelga en mi pecho
El relicario eterno
En que guardo
Un roce tierno
De tus dedos
Y el alud de labios
Con que enfrentamos
Las mareas y tormentas
De las olas y las nubes
Que rezuman cada día
Celosas de nuestro encuentro.
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