Mi árbol ha crecido al revés.
Y he visto que no es
Un baobab.
Cambio cada una
De mis hojas
Por una sola mirada
De tus ojos,
Envueltos
En esmeraldas y ónices.
Mi pecho está vacío
Como la mística tumba
Del maestro de Israel.
Y hoy la pena es
Un monte inamovible
En el centro de mi corazón.
Me alcanzó la llamarada solar
De la desilusión
Quemando la pupila insomne
Que anhelaba verte
Calmando mi interior.
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