Fue como si me borrara
De la faz de tu planeta,
Nunca más volvió a girar
Mi satélite en torno a tu esfera.
Jamás tu estrella iluminó
Esas regiones abisales mías,
Que aún permanecen
A oscuras y yertas,
Mustias, desiertas.
Nunca se vio un destello similar
Al del bólido de tu sonrisa
Atravesando las capas
De mi atmósfera y mi aura.
Mis brazos quedaron extendidos
Como los del cristo de corcovado.
Hasta que la erosión del viento,
La lluvia,
La desesperación,
Fueron desgastándome,
Lo mismo que la estatua de sal
De la mujer de Lot.
Yo debí olvidar,
Pero nunca llegué a cortar
Ese cursi cordón sentimental
Que a ti me ató.
Ahora y antes que la muerte venga
Y me haga sucumbir,
Reservaré el último suspiro
De mi boca,
Mi postre exhalación,
Mi ulterior bocanada,
Para gritar tu nombre,
Priscilla,
Y expulsar
Desde mis más hondas
Catacumbas,
Estos demonios fríos
Del recuerdo tibio
Que aún pulsan en mí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario