Tus ojos siempre tan ajenos
A la mejor de mis sonrisas
Y mis brazos siempre llenos
De innumerables bellas caricias.
Mi amor edifiqué con pericia
Pero tu lo tiraste al cieno
Y aun entre las cenizas
Mi amor permaneció sereno.
Porque mi amor era bueno
Y hecho sin ninguna prisa
Pero tu mirar era ajeno
A la mejor de mis sonrisas.
Y al ignorar mis caricias
Destruiste mi amor sereno
Dejándome tirado en el cieno
Y revolcándome en mis cenizas.
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