Yo he sido testigo ocular
De la apoteósica magnificencia
De tu caminar
Cuando pasaste por mis plazas
Al sonar de las trompetas
Y de los salterios de júbilo
Que adormecieron mi corazón.
Yo he sido testigo ocular
De la culminante presencia
De tu olor
Cuando como pétalo erguido
Esparciste tu aroma
A los cuatro costados
De mi ilusión.
Yo he sido testigo ocular
De la magia encantadora
Con la que tu hechizante boca
Sonrió ante mis ojos
Desorbitados por la conmoción
Que produjiste en mi vida
Espíritu, alma y corazón.
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