La pantagruélica obsesión
Con la que tomas mi cuerpo
De cerezo poseído por su flor
Es tan feroz y alucinante
Que debo florecer al instante
En cada árbol
Que tengo en mi corazón.
La omnipotente devoción
Con la que unges mi cuerpo
Con tu boca de caracol
Es tan titánica y agobiante
Que debo encender en el acto
En mis plazas
Cada linterna, lampara y farol.
La desarmante emoción
Con la que besan mi pecho
Tus labios encendidos en candor
Es tan indómita e impresionante
Que dejo llevarme en trance
Por tus manos
Hasta el mítico palacio del temblor.
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