Así era mi vida cuando te asomaste
Dirigiendo tus pupilas hacia el desastre
De existencia que llevaba:
Una esfera inerte sin vida ni nada de verde
Que echó a rodar por la pulsión de verte.
Estaba inmóvil, sin vida aparente.
Sólo observaba.
Desde mi refugio de famélica tarántula,
Como antigua serpiente que vigila su presa,
Con ojos de leopardo lleno de ansias.
Cuando el tambor de tu voz repicaste
Inició el mecanismo motriz que me animaba
A salir de mi letargo,
A romper la hibernación,
A saltar a las aguas azules de tu calma.
Lo dejé todo y te seguí,
Con una ansiedad inusitada.
Fue la muerte de mi mismo y no advertí
Viví una transición no anticipada.
Sentí placer, no supe nada,
Volví a la vida al compás de tu llamada.
Abandoné el árbol, el ave, la rosa,
Las letras de mis islas,
El aire debajo de mis alas,
Mis verdes pálidas olas,
El rayo de luz
Que iluminaba mi cabeza
Como el nimbo,
Mi copa rebosada,
El oro, el basto, la espada.
Como sonámbulo
En un funicular de fuego
Tú me hiciste ascender hasta tu nube
Con la fuerza de atracción de tu mirada.
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