Después de arrastrar tu ponzoña
Por los cuatro costados
De mi mundo interior,
Ya no queda lugar
Para ser contaminado
Con tu dolor.
En un acto desesperado
Yo reuní
Toda la esperanza de mi tierra
Y la planté a tus pies.
Con la ingenua creencia
De que regarías sus hojas.
Porque sólo bastaba
Que humedecieras la punta
De tus dedos
Y la llevaras hasta mi pecho
Para que al mismo instante
Y como por arte de conjuros
Una nueva amazonia
Se sucediera en mi interior.
Habría de producir mi tierra
Hierba verde,
Hierba que diera semillas
Árbol de frutos
Que diera su fruto según su género,
Con árboles de toda clase,
Cuya rara taxonomía
No se hubiese mencionado
En las fronteras de mi interior.
Pero hoy mi corazón reseco
Ya no tiene ni lágrimas,
Solo le queda esa sensación
De querer llorar sin poder llorar.
Este es el vacío completo
Como una esfera inasible.
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