Viene la tristeza
Como una ola gigantesca
Que arropa mis sábanas
Y que cubre mis sabanas
Con su espesa niebla.
Pierdo el rumbo, mi brújula,
El norte, el oriente,
Mi piedra solar, mis mapas,
Mi astrolabio, mis relojes,
El eje magnético
Que me imanta
A la felicidad.
Aquí viene la tristeza
Como el bólido enceguecedor
Que por las tundras
De Tunguska estalla.
Con forma de violín vienés
Que rasga
La superficie fragilizada
De mi calma.
No esperaba el infortunio,
Ni para la melancolía
Ser un imán.
Mis ojos y mi pecho
Anhelantes deseaban
La fosforescencia
De tu mar
En noches de plenilunio,
Tu aurora tropical,
Las nubes llenas
De arrebol crepuscular.
En mi corazón jadeante
Esperaba alas de águila
Que me elevaran,
Por encima del temporal.
Pero aquí viene la tristeza
Como una ola gigantesca
Y me sumerge indefenso
Agotando mi energía sideral.
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