Quebrantaste mis lamentos
Y los tornaste en danza
Irrumpiste oportunamente
En la sordidez extrema
Que tenía como rutina
Para regir mi vida
Y me liberaste de la máscara
Que mutilaba mis sentidos
Quitaste de la faz de mi rostro
Todo indicio de amargura
E implantaste sutilmente
La paz de tu mirada
Y la ternura de tu sonrisa
Y solo fue con apreciar
Tu hermosa sonrisa de niña
Y tus ojos femeninos
Formados con una Gracias
Tan singular y genuina
Como la de tus pechos erguidos
Por eso te daré gracias
Eternamente y para siempre
Y me dedicaré perpetuamente
A tu abnegada devoción
Para tratar de compensar
El sublime cariño
Que me diste en el momento
En que llegaste a mi vida.
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