Yo quiero que en mi muerte
Se hable abiertamente
De un reluciente arco iris
Y de la recién mordida
Fruta madura,
De la reverdeciente
Vara de Aarón,
De mi barca incendiada
Por el delirio de tus besos
Y de la carne de mi carne de cañón.
Y no quiero que ni por asomo
Se hable de las tránsfugas miradas
Con que intenté abrasarte
En noches de lluvia de estrellas.
Estando en el más allá
¿Cómo será volver a comer
En el plato vacío de la nada?
Acaso sea ser estatua lunar
Y polvo de las orillas del mar muerto.
Despertando en el país de los sueños
Arenisca volátil
Se me volvieron tus besos.
Pero aun en mi respirar
Está el impetuoso galopar
De los rebeldes asnos
De la Mongolia interior,
Mezclado con la opresión
Del deseo de tu cuello sedoso
Como hoja de nenúfar
Al borde del humedal.
Mis suspiros resbalan
Por tus curvas como perlas,
Como gotas de rocío,
Como alud que de las montañas
De tus labios desciende
Hasta mi umbral.
Y no se si por la rabia
Morirme de desesperación
Y dejar para mi posteridad
Este límpido arco iris
Y esta fruta madura,
Mi reverdecida vara de Aarón,
Mi barca incendiada
Por el delirio de tus besos
Y la herida en la carne
De mi carne de cañón.
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