Desde la costa
De esta mi isla intrascendente
-Que ocupa el lugar de mi pecho-
Observé como te ibas
Desvaneciendo al atardecer,
Dejando sumido en la tristeza
Oscura y pusilanimizante
Mi deseo de estar
Contigo y para ti.
Mis brazos fueron molinos de viento
Intentando hacerte retroceder
Para que volvieras a enlabiar
Mi cuerpo de hombre sediento
Y convencerte que al menos
Volvieras al amanecer.
Pero solo vi,
Como en una puesta de sol,
El rayo verde
Con el cual me indicabas
Que este ciclo de alegrías
Ya cerrabas
Y que nunca más
Repetición alguna habría
De tus mimos y caricias,
Abundancia de tus besos en mi cuerpo,
Un día de sol en mi jardín.
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