Cuando me tomaste bajo tus alas
Cual querubín poseído
Del poder de la ilusión,
Y me llevaste a lo interno
De la casa impoluta
De tu corazón,
No pensé que resucitaría
A la locura de amor
Con que me obsequiaste
Tus caricias y tu pasión.
Pero luego de saber
Que tu tierna habitación
Estaba colocada
Al otro extremo del dolor,
Del lado contrario de la razón,
Justo al otro extremo de la luz
Con que cegaste mi corazón,
Yo rendí las murallas internas
Que acorralaban mi interior,
Y dejé que mis aguas corrieran
Y fluyesen como si fueran
El río de luz cristalino
Que mana de tu corazón.
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