Opacado por el fulgor de tus ojos
Me precipité en tu pecho
Como una catarata al vacío
Y el torbellino de tu boca
Absorbió mi entero cuerpo,
Como si fuese un tifón
Que devasta con su fuerza
Las planicies
Y las llanuras más extensas.
Fue entonces cuando quedé
Varado en el arrecife
Del coral negro de tu pelo,
Porque tu cuello me entretuvo
Y el deleite que produjo
Tu rostro a mi alma,
Me obligó a quedar varado
En ti,
Permanentemente,
Como el constante batir
De las olas
En las riberas escarpadas
De mi océano azul.
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