Comenzaba la hora de los perros
Cuando el insomnio me visitó
La noche de anoche,
Y me convenció que lo dejara
Dormir conmigo en mi cama,
Y como si fuese un genio liberado
De una botella milenaria,
Se apareció la tristeza
Y vino también a mi cama,
Y durmió conmigo acurrucada
Pero al querer levantarme,
Ella me arrulló en sus brazos
Y me hizo llorar a mares.
Porque yo sabía que todo sería
Patético, lúgubre y sombrío,
Cuando no estuvieras conmigo,
Pero no sabía que sabías,
Que en mi manga poseía
El as con el que podría
Vencer en este juego,
Y entonces me desarmaste
Con tus besos subyugantes,
De una forma tan premeditada
Que solo ahora puedo ver
La frialdad absoluta
Vagando sobre mi vida,
Como un perro
A la hora de los perros.
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