Las ratas se lanzan a la mar
Antes de que el barco se hunda.
Pero lamentablemente creo
Que ni el flautista de Hamelin
Podría desterrar esta tristeza,
Tan profunda,
Que como una marabunta,
Invadió con autonomía
Mis villas y castillos,
Mis palacios y monumentos,
Mis catedrales y santuarios,
Mis cielos y mis infiernos,
Destrozándolo todo,
Como una horda de termitas.
Porque la tristeza antigua
Que vive conmigo
En la puerta contigua
A mi dolor,
Envenena de forma continua
Mi inestimable ilusión,
Justo desde el momento
En que decidiste irte,
Dejando la invasión
De tristes flacas vacas
Que devoran mis gordas vacas
Sin ninguna conmiseración.
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