Ante la desnudez absoluta
De un otoñal árbol,
Me quedé como de mármol
A observar la anatomía
De sus delimitaciones,
Y me imaginé sin querer
Tu cuerpo magistralmente esculpido,
Que sería la frustración
De Celtas, Griegos y Romanos.
Porque la suave circunnavegación
Del pincel y el cincel cósmico,
Que talló y pintó,
Tu boca y tus ojos,
Y que moldeó despaciosamente
Tu pecho,
Fue tan precisa y singular
Que estoy pensando seriamente
Que has sido fruto
De mi vehemente deseo
Por tener junto conmigo,
Un trozo de cielo
Con formas humanas.
Porque tu cuerpo es a mi cuerpo
Como la lámpara maravillosa
De Aladino.
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