Con el estruendo de los cantiles
Que bordean las largas costas
De mi fantástica isla.
Con la extenuante fascinación
De una aventura novedosa,
Me entregué a tu sombra.
Para reposar tranquilamente
Bajo tus alas de arcángel
Y sentirme reconfortado
Con el estrépito de las muchas aguas
Que masajean las playas de tu isla.
Y deleitarme y extasiarme
Con el rumor de los pinos
Acariciados por el viento de tu voz.
Quiero que escribas
En las tablas de mi pecho
Los códigos de tu ley,
Y si la condena me espera
Por amarte con liberalidad,
Yo no seré el primero
Ni el último de los mártires
Que muera devorado,
Por las escandalosas llamas
De la inquisición fatal
Que posee las mentes
De casi todos los humanos.
Y lo que más me dolería,
No es que muera eternamente
En el infierno de mis dudas,
Sino el saber que no me amaste
Por temor al qué dirán.
Porque yo me he entregado
A tus gentiles brazos,
Como la estopa sin rechistar
Se entrega a las llamas
Y se deja devorar,
Única y exclusivamente
Por sentir tus manos fundiendo
Cada resquicio de mi universo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario