Nunca llegué a saber
Si era un querubín desparaisado,
Un arcángel errante,
O una musa encarnada,
Lo que sí llegué a saber
Es que la amé
Con una intensidad
Casi legendaria,
Solo llegué a saber
Cuatro cosas:
Que tenía unos ojos café
Tan hermosos y hechizantes
Como el encanto mismo;
Que sus labios hacían palidecer
Y a la vez ridiculizar
A todo mortal que los viera;
Y que sus pechos femeninos
Se levantaban erguidos
Como dos altas montañas,
Apenas llegué a saber
Que su nombre era Priscilla,
Pero nunca pude comprender
Si era un querubín desparaisado,
Un arcángel errante,
O una musa encarnada,
A pesar de que la amé
Con una intensidad
Casi legendaria.
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