En esos días
En que la lluvia
Y tu ausencia
Me hicieron rehén
En contumacia.
La desesperación vino
A mordisquear
La alfombra
De mi habitación.
Sin dormir,
Como gacela herida
En eterna vigilia
En perpetuo insomnio
Con mi pupila vencida
Casi un manicomio.
Me quedé pastando
Yerbas amargas
En las sabanas
De la desidia
Sin ti.
A resultas
De tu distancia
Me ocultaba
A la sombra
Del dolor.
Y cuando llegaste,
Cuando llegaste tú
Yo salté como un impala
De acá para allá
Y de allá al éter,
Y fue la mañana
Y la tarde
El primer día
Y vi yo, que era bueno.
Sin remedio hube
De adictarme
A tu constante
Morder de labios
Al perenne
Lamer de carnes
Al continuo
Rozar de lenguas.
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