Yo quedé herido de muerte
La noche en que te sentaste
De frente a frente
A la pantalla de mis pupilas
Como si no fuese nada especial,
Sin embargo recorrí cada recodo
De tu cuerpo continente,
Me detuve pausadamente
En cada esquina y recoveco
De mi propia muerte.
Cuando traté de arrastrarte
Al pentagrama de mi corazón
Tiernamente sugeriste
Que no era a la sazón
El tiempo de madurar las frutas
Que tenías en tu interior.
Tiempo después
Cuando comí con toda la gula
De una Eva lujuriosa
De la fruta prohibida
Supe que tu cóncavo
Se llenaba con mi convexo.
A partir de allí
Empezó a sanar
Mi herida de muerte
Y hoy ya ves que te ves
En las pantallas de mis pupilas
Y se refleja tu rostro
En el momento singular
En que compartimos
Sin límites esta ilusión.
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