Ella era un ángel celestial
Con una gran gloria y majestad
Pero tuvo que echar raíces
En una tierra de mortales
Porque conoció el amor terrestre
Que yo podía y quería darle
Tenía temor de echar raíces
Y así tener que cortar sus alas
Porque tendría que renunciar a la gloria
A su eterna majestad
Y a los placeres celestiales
Se sintió muy abrumada
Y la indecisión era su pensar
Llegó un momento que creí perderla
Y pensé que se me iba a escurrir
Como una visión de la noche
Pero reuní fuerzas de flaqueza
Porque llegué a amarla en gran manera
Y como un valeroso pirata
Logré robar sus ojos y sus labios
Y la hice reina de mi cuerpo
Y patrimonio de mis pensamientos
Y logré solo con mi amor
Amainar la tormenta de su espíritu
Desde entonces habito con ella
Y a partir de ese momento
En mi vida no ha cesado la alegría
Y la felicidad es el pan
Que tomamos cada día
Porque aunque temía cortar sus alas
Y echar raíces en la tierra
Logré con mi dedicado amor
Sorprenderla y seducirla
Y amainar la tormenta de su espíritu.
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