Desde que amanece
Y la luna rosa de tu carne
Esplende en mi recuerdo,
Yo empiezo a transitar
Las autopistas del deseo,
En un trance todo el día,
Como el equilibrista
Andando por la cuerda floja,
Como el anhelante surfista
En espera de la ola.
Como un funambulista
Sobre un alambre tensado,
Muerdo el nervio ansioso
Que me late a cada lado,
Y se, que cuando manifiestes
Tu forma y figura,
Fulgurante como las diez mil vírgenes
O el relámpago ante Saulo de Tarso
Dentro de mi cuenco vacío
Empezará a florecer
El maná.
Un prodigio me abrazará
Cuando lleno de gozo
Salte del pináculo del templo
Hacia tus brazos placenteros.
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