Una tarde de octubre
Mientras el agobio me oprimía,
Anhelando besar tu boca,
Un ave fénix con sus alas rotas
Sobrevoló la estepa de mi cuerpo,
Y sin proponérmelo,
De mi garganta salieron eufóricas
Más de diez mil aves locas
Y fuiste tú,
Quien con su disparo fulminante
Hizo revolotear en mi psique
Desde el zorzal a las alondras,
Desde el pelícano ecuánime
A las parlantes cotorras,
Hiciste aletear los gorriones,
Despertaste mis mil gaviotas
Has hecho graznar en mi pecho
Un montón de supernovas.
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