Mi razón estaba
Como un barco a la deriva
Sin que espejos relucientes
Le pudieran indicar
El rumbo preciso
Para la felicidad.
Como un drakar vikingo
Perdido en la inmensidad.
Andaba yo como un navío
En los mares de los sargazos
Enredado en la soledad,
Añorando tus abrazos.
Y apareciste tú
Con tu mirada azul
Y el alivio que sentí
Cuando tu sonrisa iluminó
La ilusión que llevaba
A cuestas,
Me hizo respirar mejor.
Fue tu luz como bálsamo
Para mi espalda
Y ahora cada vez
Que pienso
En la cosa mejor,
Pienso indefectiblemente
En tu voz
No hay comentarios.:
Publicar un comentario