Cuando llegaste con tus cartillas
En las que traías descritas
La escala de Mohs,
Todo en mi era
Un montón de vísceras
Caídas como fuese.
La esterilidad en querer
Apreciar me poseía
Como si fuese un globo
Estratosférico lleno de helio.
Y con tu paciencia de Job
Me adoctrinaste en el arte
De aquilatar.
Entonces comencé a apreciar
El arco de tus cejas,
Tus pechos de arcangel errante,
Los cuales me adictaron
Al instante,
Tus piernas y tus sonrisas,
Que resultaron ser en mi
Como píldoras adormecedoras,
Me valieron mil suspiros
Y unos besos añejos
En mi voz de metal.
Mientras allá arriba
Giren los astros y espumeen
Con constancia las ondas del mar
Yo te voy a adorar
En la medida correcta
Con que aprendió mi corazón
De tu misma boca
A tu cuerpo y tu alma
Aquilatar.
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