Desde que empecé
A dormir contigo
Las noches empezaron a ser
Murciélagos veloces
Que pasan por mi cuarto
A la velocidad de la luz.
Dormir acariciando tu pecho
Es con mucho
La experiencia mejor
Que tendré en mi vivir
Porque me hago rehén
Del deseo y la desesperación
Por morder tu carne
Y rozar con mi lengua
Tu lengua,
Pero siempre impertinente
El sol
Se estrella contra mi ventana
Cual pedrada furibunda
Lanzada para mi perdición.
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