Como la espuma se desvanece
A la orilla de la mar
Desvaneciste mi ozónica capa,
E irrumpiste con tu luz
En el núcleo mismo
De mi humano corazón,
Horadando los espacios
Más desproporcionados en mi espíritu,
Porque los pétalos encendidos
De tu gentil boca,
Fueron el Nerón
Que necesitó mi alma
Para arder perpetuamente
Como el lago de azufre
Reservado para los infieles,
Porque en mis arterias las llamas
Se elevaban como el aliento
De un legendario dragón,
Creciendo como si fuese
La locura de Nabucodonosor.
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