Yo que mil batallas vencí
Y que solía mi cuerpo recostar
Frente a la puerta de mi casa
Para ver el siniestro cadáver
De mi funesto enemigo pasar
Estoy ahora a sus pies
Como un manso corderito
Llevado estoicamente al matadero
Como un vasallo ante su reina
O como un esclavo ante su ama
Y creo no poderme zafar
De la belleza radiante de su rostro
...Para que tengan una idea
De lo sublime de su cuerpo
Puedo decir que sus ojos
Son como dos estrellas
Y que poseen el poder de hechizar
A todo mortal que los perciba
Y la piel de sus mejillas
¡Tan hermosas!
Asemejan a los pétalos
De las rosas rosas al amanecer
Con todo y el esplendor del rocío
Del que puedan disponer
Además sus labios femeninos
Poseen la atracción y el garbo
Para enloquecer a los cuerdos
Y desenloquecer a los locos
Puede con una sonrisa de su boca
Hacer palidecer al más robusto
Y desequilibrar al más equilibrado
Porque ella es una encarnación
De la bella diosa de la belleza.
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