Esperaba estratos,
Soleados cúmulos,
Robustos cirros,
Gigantescos nimbos.
Tú me enviaste
Una nube extraña
Con forma de serpiente
Como santo y seña
De lo que guardabas
Con dulce nostalgia.
Para ti era ideal
Lo que recordabas
Pero en mi pecho
Solo resonaba
La certera dentellada
Que le diste
En mi lecho
A mi pobre corazón.
Hay letales
Pitones en Birmania,
Que abrazan a su presa
Con sagacidad y maña.
Hay veloces
Serpientes cascabel
Que añaden un aro
Como trofeo a su piel.
Y mambas negras
Que por doquier
Ofrecen mordiscos
Sucesivos y fatales.
Hay danzantes cobras
Que disparan fusiles,
Perfumes de nácar
Pérfidos y sutiles.
Ninguna provoca
Tantos males por miles
Como cuando yo
Me entregué
En ofrenda a la deidad
De tu cuerpo, alma y ser.
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