Al conjuro de tu nombre, Priscilla,
Al instante en mi alma
Se desatan, se retuercen y se atan
Los amargos nudos
Ligados desde antaño
Por mi inclemente orfandad.
Puedo traspasar los escaños
Que me impiden ver la gloria,
Yo podría escalar mil peldaños
Hasta remontarme a la aurora,
Podría ordenar sin demora
Que se fuesen con prisa los años,
Yo podría ser dúctil como estaño
Blando, dócil y sin gloria,
Podría sin muestras de euforia
Borrar de mi mente todo daño,
Pero no he podido aprender
A vivir sin ti.
Pueden quitarme el espacio
Necesario para existir,
Hasta arrancarme de un tajo
Mi propia única piel,
Puede ocurrir que mis manos
Las pierda escribiendo poemas,
Pero nunca se verá el dilema
De si te amé, te amo o te amaré.
Porque al conjuro de tu nombre, Priscilla,
Al instante en mi karma
Se liberan, se expanden y se enlazan
Los amargos nudos
Subyugados hace años
Por mi inclemente soledad.
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