No sé si fue una casualidad del destino
O un azar que me jugaba la providencia,
No sé si fue un oasis en mi camino
O uno de mis arrebatos de demencia
Pero cuando el rayo de sol llegó a mi vida,
En ese mismo momento
Yo descubría tus ojos.
Y la majestad de tus ojos de fuego
Me amarró a tu figura
Como laberinto de venas y arterias.
Y la sobriedad de tus ojos serenos
Me encadenó a tu dulzura
Como revoltijo de fuego y de cera.
Y la beldad de tus ojos tan tiernos
Me ató a tu cintura
Como amasijo de cuerdas y madera.
Resuelto decidí que a causa tuya
Sería capaz de arriesgar
Mi máscara, mi faja y mi cabellera
Como si fuese un luchador olímpico,
Sin que me importase arder,
Quemar o perder
Mi ilusión y mis sueños
Entre tus ojos de fuego.
El fulgor de tus ojos escrutó
Lo más íntimo de mi médula,
Y la belleza absoluta de tu mirar
Me redujo a mi más elemental célula.
Fui ceniza después de contemplar
El rayo de sol de tus ojos de fuego
Y fui humus, y escoria, y residuo,
Vestigio, desecho, despojo,
Y partícula, y rastrojo,
Reducto de apoteosis ante tu mirar.
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