En cierto lugar de mi vida,
De cuyo nombre no quiero acordarme,
Permanece arraigada una mancha,
Que tiene el color y la morfología
De tus labios juveniles y carnosos.
Porque mi maltramada imaginación
Cabalgó por tu cintura
Y batalló en las alturas
De tus cimas de mujer.
Se batió mi corazón humano
Como si fuese un soldado,
Contra los molinos de viento
Con los cuales disfrazaste
Tus femeninas pestañas,
Dejándome tan mal herido
Y cubierto por el polvo
Del desapasionamiento,
Que no veo ahora el camino
Que me guíe a cualquier parte
En donde no te pueda ver.
Porque tú, Amarganea,
Azotaste como una tormenta
Mi enflaquecida ilusión
Y no me quedó más opción
Que refugiarme en los brazos
De la más estrambótica locura.
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