Ni las noches ni los días
Apagarán la pasión
Que me ha atado a ti,
Porque las llamas que tengo
Encendidas bajo mi piel
Son tan exageradas,
Que no se apagarían
Ni siquiera con el mar.
Siento el sabor insípido
De la maldita soledad
Que se instaló en mi ser
Como si fuese una larva
Incrustada en una fruta,
No sabes la desesperación
Que está carcomiendo mi garganta
Al sentir la soledad
Tan vasta e imperativa,
Como la pasión que encendiste
Y dejaste encendida
Al momento de irte.
No hay lagos ni mares,
Ni enanas blancas,
Ni agujeros negros,
Que puedan ocupar
El espacio vacío que dejaste,
Cuando encaminaste tus pasos
Lejos de mis fronteras,
Y me dejaste sumergido
En las llamas sofocantes
De mi pasión por ti.
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