Y fui tan torpe al creer
Que al llegar a la puerta
De tu orgulloso corazón
Recibiría toda clase
De ceremonias de bienvenida
Y cuán engañado estaba
Porque lo que escuché
Al entrar en tus habitaciones
Con toda la euforia
Que me provocaba tu amor
Fueron palabras
Que salieron de tus labios
Ordenando tajantemente:
¡Orden en la sala!
Fue cuando empezó
A apagar mi ser
Y a constristar mi espíritu
Porque pensé que serías
Tan reconfortante a mis huesos
Y tan rejuvenecedora de mi rostro
Como el agua cristalina
De un fresco manantial
Pero qué torpe fui
Al creer que tu amor
Sería para mi corazón
Solo vine a darme cuenta
De mi garrafal error
Cuando escuché de tus labios
La sentencia cortante:
¡Orden en la sala!
Y empezó mi espíritu a vagar
Entre el espacio reducido
De mi atribulado cuerpo.
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