Entonces dije: ¡Ay de mí!
Que soy muerto
Porque han visto mis ojos
A la más hermosa
De todas las mujeres de la tierra
Porque tenía unos ojos tan bellos
Que las rosas rojas se sonrojarían
Al contacto de su mirada
Quise en el mismo momento
Correr despavoridamente
Pero su dulce voz me detuvo
Llamándome por mi nombre
Entonces dije: ¡Ay de mí!
Que soy muerto
Porque han escuchado mis oidos
La más dulce y seductora
De todas las voces femeninas
Que se puede encontrar
En lo invisible y lo visible
Recordé que las sirenas
Tienen la increíble cualidad
De hacer perder los sentidos
Al mortal que escuche su voz
Y al verme distraído me tocó
Entonces dije: ¡Ay de mí!
Que soy muerto
Porque ha tocado mi cuerpo
La mujer más hermosa
Que haya percibido hombre alguno
En toda la larga historia
De la efímera humanidad
Entonces me comprendió
Y me pasó por los labios
Sus melindrosos labios ardientes
Para así quitarme el temor
Que me hacía exclamar
¡Ay de mí! Que soy muerto.
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