Ese momento en que tus palabras
Son un bálsamo que me unge
La dermis y los sentidos,
Es el momento en que transito
Por las autopistas placenteras
De la embriaguez.
Viajo a la velocidad del éter,
En simultaneidad con las ondas
De los lúmenes que me llenan
De deleite y exaltación.
Y no necesitas una perorata
O el discurso conmovedor
De lenguas inflamadas de poder,
Ni proclamas que enardezcan
El universo y su centro.
No precisas de arengas
Que remuevan los ánimos,
Ni de oratoria diseñada
Para las masas conmover.
Basta con que me digas:
¿En qué estás?
Y yo responda:
Aburrido en casa, ¿y tú?
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