Puedo prescindir
De cada uno de los recuerdos
De mi vecina la cleptómana,
De un montón de chatarra
Esparcida a los cuatro costados
De mi hogar,
Y del torrente de células muertas
Que escapan por mis cabellos,
Como si fuesen prisioneros
Indultados de la hoguera.
Puedo prescindir de lo eterno,
Recorrer el mundo
Ancho y ajeno
Y vivir a todo volumen,
A pleno placer,
Pero lo que no puedo hacer
Es olvidar mi condición
De caribeño,
Prescindir de mi cálida isla,
Del color turquesa de mi mar,
Olvidar mis arboledas
Y el verde flameante
De mi marítima ciudad.
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