Millones, millones y millones
De mariposas de fuego
Se asentaron en mi cuerpo
En mi estómago y mi voz
Al momento de verte pasar
Sin mirar
Mis ojos
Llenos de dolor.
Si me fueses a clavar
Un puñal
En mi espalda marchita de dolor
Dolería menos que el dolor
Que me transmiten tus ojos
Cuando llenos de esplendor
Olímpicamente ignoran que la savia
De tu espíritu alimenta
De mi árbol el verdor
Y que la locura seca
Cada día se apodera
De mis ojos marchitos
Llenos de temor.
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