Lanzaste sin compasión por la borda
El inmaculado amor que te brindé,
Esparciste sobre mi cuerpo
Por más de mil veces
La hiel de tu desprecio,
Sin embargo el sentimiento
Que había creado para ti
No se inmutó
Ni mi norte se desorientó
Del esplendor de tus ojos,
Porque a pesar de no quererme
Yo he sido el que perfumó
Con el perfume del perfumista
Los más cándidos nenúfares
Que crecieron en tu alma,
Yo fui quien galopó
Por tu delgada cintura
Y quien batalló en las alturas
De tus pechos de cristal,
Sin embargo tú dejaste
Construida en mi espíritu
Ésta Babel incongruente
Que no tiene comparación
Ni siquiera con el dolor
Que me provocó la erupción
De la volcánica tristeza
Que desencadenaste en mi interior.
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