No es porque su delicada boca
Cumpla cabalmente con la perfección,
Tampoco por sus ojos color café,
Ni por el fulgor de su mirada,
No es porque su melodiosa voz
Es superior al susurro de un ángel,
Tampoco porque sus manos
Son tan suaves que destilan miel,
No es por la gracia suprema
De su contoneante caminar,
Ni siquiera por su cuerpo escultural,
No es porque su piel femenina
Sea más preciosa que la porcelana,
Ni porque sus dientes y uñas
Parezcan el más puro marfil,
Tampoco es porque sus senos
Cumplen con las reglas precisas
De la simetría más perfecta,
Ni siquiera porque sus piernas
Sean las mejor moldeadas,
No es por sus medidas precisas,
Ni porque sus caderas sean sensuales,
Lo que pasa es que la amo
Y la mejor explicación de que la amo,
Es seguir amándola como la amo.
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