Cuando tus flores abren
En los marcos de mis ventanas,
Cuando el aura de tu pie asoma
En el umbral de mi casa,
Cuando luego de la transfiguración apareces
Frente a mi como por artes de la magia,
Todo es juguito de placeres
Y se siente
Como si el mundo entero girara
En torno a la luz que tu cuerpo irradia.
Dejo de ser arroyito turbio
Manantial reseco,
Pozo agotado y me vuelvo
El río Irawadi en las costas de Birmania.
Sin embargo, cuando la soledad,
Esa maldita,
Me acorrala,
Siento que no puedo pasar
El paso estrecho,
Mi voz se apresa
En la garganta angosta,
La angustia se instala
En las curvas de mi boca.
Mi cuerpo es de rústica arenisca
Sin la suavidad de tus corolas,
Mis manos son la trampa
Que me empujan por la rampa,
Río abajo hacia mi mal.
Soy asfixiante pantano,
Arenas movedizas,
Maraña de meandros.
Me descompongo en las orillas
De la calma,
Me fragmento ante la tristeza,
Devengo fango, arcilla, agua.