No tuve tiempo
Para atrapar
Tu maravilla.
Ya las manecillas
Del reloj
Fugaces corrían
A la velocidad de la luz
Cuando me asaltó la premonición
De tu abandono.
Me tomó por asalto el deseo
De fijarte al cenit de mi pecho.
El tiempo había volado
Como un cometa raudo y azul.
Anhelé atarte con el lazo de tul
De la constelación de Orión,
Cuando ya el maduro cotiledón,
Irreversiblemente,
Habían caído.
Quise amarrar tus pasos
A la ruta de mi destino,
Pero como en Ítalo Calvino,
Era una noche de invierno
Y se bifurcaban los caminos.
A partir de entonces tú navegas
Por los confines de mis arterias
Como drakar vikingo que atraviesa
Ondas y mares lejos de su tierra.
Y me llegas tan hondo
Como batiscafo sumergido
Que lame la superficie
De mis fosas submarinas.
Tu abandono se adhirió
A la superficie de mi cardiosfera
Y allí te volviste
Pesado trilobite de mi era primaria.
Me quedó la disconformidad
En el lugar de la resignación.
Mi reacción
Fue tardía.
No tuve tiempo
Para atrapar
Tu maravilla.