De no ser por el mar
Y por tu rostro continente de tu sonrisa
Qué habría sido de mí.
Tus ojos color café
Son bellos como un mar azul
Y profundo
Y tu voz envolvente
Cual anaconda esmeralda
Que me ata
Y solo deja volar
De mi cuerpo
Las desplumadas alondras
Del hastío
Que aciertan a escapar.
Me lo había advertido a mi mismo
Que si seguía mimándote
De la forma que lo hacía
Llegarías a entronizarte
En mi corazón peregrino.
Qué querías que sucediera
Si mi pupila fue un leviatán
Y tu un Jonás
Que caminabas henchido
De belleza,
No tuve más salida que devorar
Tu cuerpo entero
Como si fuese una ostia marina,
Una ofrenda a las aguas
Servida a la diosa del mar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario