Bajo el difuminado manto gris
Del atardecer
La ciudad floreció entre luces
Y en contraste
Mi alma comenzó
A entonar con desolación
Mi endecha postrera
Como si fuese lo mismo
Que un cisne en un lago de Viena.
Siento el aletear de la noche
Que flota como pájaro ingrávido
Sobre esta estepa
Solitaria y febril,
Que se me ha vuelto el alma
A partir de aquel abril,
En que tus besos sin calma
Colmaran y calmaron
El espacio de mi karma.
Acaso vas a esperar
Que el holocausto de mi pecho
Me haga arder el corazón,
Vas a dejar que el fuego eterno
Arrase con mi cuerpo
Cual Nerón,
Sin hacer que el desconcierto
Se vaya de mis ojos
Sin dejar que mis manos
Toquen tu cuerpo de león.
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